La bolsa
Todo empezó el día que no encontró ese carrete de fotografías que llevaba a
revelar. Estaba segura de que la había puesto en la bolsa, pero por más que
buscaba y buscaba no lo encontraba. La mujer de la tienda viéndola escarbar
tanto le dijo que si quería podía vaciar la bolsa en el mostrador para
registrar más tranquilamente. Aunque al principio dijo que no, finalmente
terminó vertiéndola.
Allí salió de todo: el móvil, el monedero, pañuelos de papel, las gafas de
sol, un cepillo, una calculadora, las llaves de casa y del coche, una pequeña
libreta para apuntar notas o direcciones, un bolígrafo ... pero nada del
rodillo de fotos.
— Pero si estaba segura de haberlo puesto - dijo muy perpleja - no
puede ser que me haya desaparecido -.
—Quizá se lo parece que lo ha puesto y lo ha dejado sobre alguna
mesa, a veces pasa ... - le dijo la señora de la tienda, y añadió - Ya me lo
traerá otro día ...
Volvió a poner todo de nuevo dentro de la bolsa intentando recordar que
había hecho con el rodillo de las fotos, y salió de la tienda.
En todo el día no pensó más, pero cuando volvió a casa lo primero que hizo
fue buscar si encontraba el carrete de fotos por algún sitio. No apareció.
Aunque estuvo buscándolo algunos días, finalmente llegó a la conclusión de
que se le debería caer al suelo al salir de casa o del coche.
El segundo objeto que perdió fue sus gafas de sol. Se las habían regalado
por su cumpleaños y eran muy caras, tuvo un gran disgusto.
—Pero si yo las tenía dentro la bolsa - se repetía una y otra vez - estoy
segura de que no las he sacado de aquí -.
—Quizás te las han robado - le dijo a su marido para consolarla.
—Me han robado las gafas y me han dejado el monedero?, no hombre, no puedes
ser - contestó ella mientras volvía a vaciar la bolsa sobre la mesa del
comedor. Miró si el fondo estaba roto, pero nada, todo estaba correcto.
Estuvo buscando las gafas varias semanas y no las encontró, y como ocurrió
con el rodillo llegó a pensar que se le habían caído por la calle.
La tercera cosa que desapareció fue el móvil. Otra vez juraba y
perjuraba que lo tenía dentro la bolsa y que de allí no lo había
sacado. Tampoco apareció.
Después echó en falta las llaves de casa, siempre las llevaba
en la bolsa, pero ya no estaban. El monedero fue el siguiente objeto
que no encontró, y eso si que la preocuparse mucho, sobre todo porque tuvo que
renovar todas las tarjetas y documentos que llevaba, además de la vergüenza y
desconcierto que pasó cuando fue a pagar y no lo encontró.
Después del monedero decidió ir al médico, tal vez estaba
"estresada" y se olvidaba las cosas por los lugares y no se acordaba.
Ya eran demasiados objetos perdidos sin una razón aparente. Después de hacerle
unas cuantas pruebas el médico decidió que no tenía nada, y que seguro que todo
era fruto de la casualidad.
Pasaron unos meses de tranquilidad, que coincidieron con las vacaciones de
verano, y la bolsa de invierno quedó arrinconada en el armario. Con los
primeros fríos volvió a coger la vieja bolsa, aunque la tenía un poco gastada
le iba bien porque le era práctica, le cabían muchas cosas y ella siempre iba
cargada. Antes de llenarla pero le da un repaso, aunque estaba extrañada por
todas las pérdidas, y buscaba que no hubiera algún agujero en el interior que
le hubiera pasado desapercibido. Todo estaba correcto.
Todo iba bien, sin ninguna pérdida ni desaparición, hasta que un día le
faltó la calculadora. Estaba en una cena con las amigas y ella siempre hacía
las cuentas de cuando les tocaba pagar a cada una, comenzó a buscar y revolver,
y la calculadora no estaba. Le cogió un sudor frío y se puso frenética. Vació
la bolsa encima de la mesa y como enloquecida comenzó a buscar entre los muchos
objetos que salieron de dentro. Las amigas se asustaron un poco e incluso una
le ofreció un tranquilizante. - No te preocupes - le dijo, - yo también llevo
una calculadora.
Llegó a casa trastornada. - Todo ello era una tontería, todo el mundo puede
perder una calculadora - se decía a sí misma - tal vez la tengo en otra bolsa -
y con este pensamiento se fue a dormir un poco más sosegada. Esa noche tuvo
pesadillas, soñó que iba a buscar el coche y lo había perdido, que iba a casa y
tampoco estaba y que finalmente ella misma estaba perdida en un lugar que no
conocía y no podía volver a casa que tampoco tenía. Se despertó gritando. Por
la mañana lo primero que hizo fue buscar en todas las bolsas que tenía que ver
si encontraba la calculadora, pero no estaba.
Su marido intentó tranquilizarla haciéndole ver que no era para tanto, le
dijo que hacía meses que no había perdido nada, y que no tenía que preocuparse
por una calculadora.
Pasó unos días tranquila hasta que echó en falta otra cosa, su bolígrafo
preferido. Siempre lo llevaba encima y lo tenía desde hacía mucho tiempo.
Estaba segura de que tenía que estar dentro, hacía media hora que lo había
usado y recordaba perfectamente como lo había guardado.- Es esta bolsa! - lo
dijo gritando a su marido - ahora estoy segura, esta bolsa se me trago las
cosas. Es la bolsa, es la bolsa!
Yo no pierdo nada, es la bolsa, que se lo lleva! -.El, su marido
estremecido la miró e intentó razonar con ella. - Lo debes decir en broma no?,
como quieres que una bolsa se trague nada?
— Pues esta sí! No sé porque ni cómo, pero estoy segura de que la
bolsa es la culpable! - Estás un poco trastornada, yo lo entiendo, pero lo que
estás diciendo es una tontería muy grande!
— Todo lo que tú quieras, pero es así! Cuando he perdido cosas yo? Cuando
las he llevado en esta bolsa. En verano no perdí nada, porque llevaba otra.
— Todo es fruto de la casualidad, mujer, es imposible que una bolsa
se trague nada. Lo único que puede pasar es que tenga un agujero.
— No lo tiene el agujero, que ya lo he mirado! Es la bolsa, te lo
digo y te lo vuelvo a repetir! Está maldita, o que se yo, pero es ella!
— No ves que lo que dices no tiene ni pies ni cabeza?
— Lo sé, es alocado pero no más explicaciones, y si no te lo
demostraré! Dicho esto tomó un pequeño jarrón que tenía sobre un mueble y lo
puso dentro.
—Ahora - dijo - dejaremos la bolsa en un lugar concreto. Aquí
sobre el armario mismo, y dentro de unos días miraremos si es o no
—.Al cabo de una semana fueron a mirar el resultado de su
experimento. Ella estaba ansiosa, tenía ganas de demostrarle a él su teoría, al
tiempo de quedarse tranquila ella, demostrarse que no se estaba volviendo loca.
Pero si ella tenía razón, y entonces un escalofrío le atravesó toda la espina
dorsal, qué objeto paranormal era su bolsa? Su marido subió sobre una silla y
la bajó, enseguida se dio cuenta que aún estaba el jarrón dentro, pesaba mucho.
De hecho, no le sorprendió, pues estaba convencido de que la bolsa no lo haría
desaparecer.
Tan sólo había hecho la prueba para que ella se diera cuenta. Pensó que
ella necesitaba ayuda, de que no estaba bien.
—Lo ves? - le dijo - aún está. Es imposible que una bolsa haga
desaparecer nada. Llamaré al médico y esta tarde vamos, de acuerdo? Seguro que
debe ser un poco de estrés y con unas píldoras te solucionará.
— No puede ser! Tenía que haber desaparecido, como todas las cosas!
Porque estoy segura que ella es la culpable de que todo se esfume! Debe estar
maldita o que se yo!...
contestó ella.
— Bueno, ya basta! No tienes suficientes evidencias? Qué más quieres?
Necesitas ir al médico y ya está todo dicho!
— Quizá tienes razón, debo está enferma, de hecho me estoy
mareando...
— Necesitas descansar, seguro que te irá bien - le dijo a su marido
mientras iba hacia el teléfono a llamar al doctor.
Tumbada en la cama su cabeza le hervía, todo le daba vueltas. Intentaba
recordar todos los objetos que había perdido y buscaba una explicación lógica
para cada uno de ellos.
— Seguro que era la explicación lógica!. Y ella, estaba estresada, claro.
Había llevado una temporada con mucho trabajo, y todo ello se le había
acumulado. Pero mira que pensar que la bolsa se le había tragado las cosas? ...
De hecho, ahora lo veía una tontería muy grande. Como había sido capaz de
pensarlo? Lo mejor sería ir al médico otra vez, él le ayudaría. Dentro de un
tiempo ya todo estaría solucionado.
No sería nada grave, unas píldoras y estaría curada... - y con estos
pensamientos se durmió.
Por la tarde fueron a la consulta del doctor que lo había
visitado la otra vez. Le hizo una revisión más completa y le programó varias
pruebas para descartar posibles enfermedades. Cuando salieron de la visita
estaban un poco más tranquilos. El médico les había dicho que no le parecía que
fuera nada grave. De hecho, sin embargo, no podía asegurar nada hasta no tener
todos los resultados de las pruebas.
— Es mejor - les dijo - que se tome unas pequeñas vacaciones, y si puede ir
a un balneario mejor -.I así lo hicieron. Cuando volvieron ella estaba como
nueva. Le parecía todo una tontería. Además las pruebas habían salido bien, no
tenía nada malo. Todo ello había sido fruto de un cansancio y tensión
acumulados. Ahora ya vuelve a trabajar y lleva una vida normal, se había
comprado una bolsa nueva.
Cada vez que la abría para buscar algo lo hacía todavía con un poco de
recelo, pero al cabo de los días, viendo que no pasaba nada ya se fue olvidando
por completo. Una tarde decidió hacer limpieza del armario, en medio de la ropa
le apareció la vieja bolsa. El corazón le latió más de lo normal.
— Qué hacía allí? si pensaba que la había tirado a la basura-. Poco a
poco se fue tranquilizando. - De hecho, porque tenía que sufrir?, ahora ya
estaba curada -. Y la miró de otra manera. - Qué tontería creer que aquella
bolsa se pudiera tragar nada. De todos modos la tiraré -pensó. - Ahora que
estoy bien, no quiero que nada me vuelva a turbar -. Y la puso sobre la pila de
cosas que había decidido donar.
Cuando acabó de hacer la limpieza y se disponía a recoger los objetos
viejos tuvo la tentación de volver a mirar dentro de la bolsa por última vez. -
Quizás encuentro alguno de los objetos que perdí - pensó, y la abrió. Mientras
miraba dentro y removía, una gran fuerza que salía del interior la estiró hacia
el fondo. Fue inútil la resistencia, en unos segundos fue engullida y
desapareció.
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