Papa estoy aquí
El otro día veía como nuestra nieta, Laia, estaba embelesa mirando por la ventana
como caían los copos de nieve, pequeños y
largos como columnas
huecas, almendrados unas veces,
y casi redondos otras. Iban de aquí para
allá.
Le
hablaba pero no me escuchaba. Le decía que los
A veces un
pequeño soplo de aire los arremolinaba y caían despacio. Era todo como un
capricho. Frente a frente, los niños y los diminutos copos es una geometría hipnotizarte. Y
viendo un vídeo de Laura en Vielha
haciendo lo mismo, me acordé de María, mi hija cuando era pequeña, como se emoció un día que miraba
pedacitos de nieve por la misma ventana que hoy Laia apoya su pequeña nariz en
esta ventana que se empaña y con sus deditos dibuja un corazón y por la otra
parte del cristal algo parecido a su papa. No es un monigote con dos brazos
diferentes, es su papa.
María, cuando con dos añitos también miraba con
excitación una nevada que dejó el suelo manchado de blanco varias horas, como
si con una mano hubiese esparcido harina, y de cómo intentaba inútilmente coger
aquellos copos de nieve redondeados y melosos que se deslizaban entre el vidrio
y sus manos.
Ser como los niños es el deseo que a menudo siento en
lo más íntimo. Ser como ellos para poder sorprenderme cada día absolutamente de
todo lo que me rodea, ser como ellos para poder ser feliz en lo más simple, ser
como ellos para no tener miedo de nada, si quien nos ama está cerca. Digo esto
porque nuestra hija Cristina me contaba que por las noches cuando Laia se despierta
y reclama a su padre, que últimamente dice "Papá, estoy aquí”... Y su papa
se acerca y le da un beso y ella se vuelve a dormir.
Hay noches que se introduce entre las mantas y solo se
ven sus pequeños deditos sujetando una de estas mantas, una azul, su color
preferido. Su cabecita dentro de la cama
"Papá, estoy aquí" en voz baja
pensando que no la encontrará, ni la oirá. Sabe que a pesar de la noche y que a
pesar de todos los dinosaurios, lobos, monstruos y enanitos que sueña, que cuando su papa
está junto a ella, nada tiene que temer.
"Papa estoy aquí" es la oración que me
identifica, la mejor, la que no quiero perder.
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