Pepe




Sabes qué es lo que me gustaba más de tu mujer, Pepe? Bien, lo que me gusta, porque ella todavía es muy viva, no como tú, que nos la has hecho muy gorda a todos los que te queríamos  Mira que dejar de vivir  de un día para otro... Si es que ya te vale, joder! Te lo digo como lo siento, a mí me ha dolido mucho enterarme hoy mismo que tenías la salud tan delicada, y esto no se hace, Si estás jodido se dice y en paz... Pero  nada tú a la tuya, viviendo cómo si todavía tuvieras veinte años, y no, Pepe, ya hace mucho tiempos que dejamos atrás la veintena. Y va, y resulta que entre placas de titanio, tornillos diversos, un marcapasos, un baipás, una operación de riñón y ve a saber cuántas cosas más, que de buen seguro debías de tener más cicatrices que  Frankenstein.

Y por no hablar de tu familia, que me parece que en lugar de enviarte al departamento  de donación de órganos hubiera sido mejor llamar los del punto verde. Si, si estos que reciclan, por lo menos tus parientes hubieran sacado cuatro duros, sobretodo el Lucas, que a este le hubieras hecho un favor y hubiera pagado sus deudas del bar
Te lo repito, con un buen reciclaje,  hubieran sacado todos  más provecho, de ti, idiota. Un irresponsable y un  gandul, esto es el tú has. Eso sí,  y menos mal por fin he entendido perfectamente aquello de la camiseta. Sinvergüenza, esto es lo que eres, y  sobre todo lo que has sido!

Pero  bueno, a lo que iba, que me pones nervioso y pierdo el hilo y entenderás que tampoco puedo estar mucho tiempo  aquí dentro, que hay un “montón”  de gente que ha venido a despedirse de ti y  tampoco es el caso de provocar un atasco. Bien, pues eso. Tú querrás saber qué es el que me gusta más de tu mujer, verdad? Seguro que ni te lo imaginas, y  ahora estarás pensando que te hablaré de los escotes que llevaba siempre para ir  enseñando los pechos, tanto los que tenía de joven como los de ahora, que todos sabemos el dinero que nos costó, eso sí, le quedaron muy bien cuando se los moldearon en aquella clínica de lujo. Ah, ahora que pienso, que ya sé que es tarde y quizás se te ocurrirá pensar que soy un “jeta” pero no habría estado de más, vamos que hubiera sido de justicia que el dineral de la clínica lo hubiéramos repartido, no crees? Al fin y al cabo era tu mujer, no la mía.

Pues claro que me refiero a  los gastos de la operación de los pechos de tu mujer. Joder!  Que nos costó  un ojo de la cara. Mira, no quiero ponerme a malas, pero que conste que no tendría que haber sido  al cincuenta por ciento cada cual, como tu quisiste, porque dime tu quien los disfrutó más, Venga, si quieres lo contamos ahora, ya que ha salido la conversación. Yo había pensado un ochenta o setenta, por veinte o treinta. En fin, dejémoslo, esto ahora ya no tiene ninguna importancia, no crees? Después de todo, te hiciste el miserias y estabas cargado de duros. 

Lo que te decía: aunque no te lo creas,  no son los pechos, lo que más me gusta de Carmen. Y tampoco es donde la espalda cambia de nombre –ya ves que hablo con educación, que más que  nada es por el sitio que estamos, que quede muy clarito- a pesar de que, por supuesto no tengo ninguna queja, porque es un…bueno, tú ya sabes, muy bien parido, y que, además con él, ya puedes imaginar la de fantasías que he hecho. Ay, cabroncete la de suerte que has tenido, eh, Pepe? Bueno, mirándolo bien, yo tampoco me puedo quejar.

Has tenido una mujer fantástica que nunca se ha negado a nada, ni siquiera a experimentar cosas nuevas y como muy bien sabes ha satisfecho nuestros instintos más primarios. No te puedes imaginar, ni mucho menos,  cuántos hombres te envidiarían si todo esto lo supieran, y  cuántos te irían detrás, pillín! Seguro harían cola, Pepe. Y no solo cola, sino una  lista de espera más larga que la  de urgencias en  los hospitales, ya te lo digo yo que sé muy bien de que hablo. Pero no, querido amigo, estas cosas hay que guardarlas en la intimidad de la pareja, conviene que nadie lo sepa, como muy bien hicimos los dos. Yo estoy  seguro, que digo seguro, convencido!  Que todos estos que tanto le dan al “pico” hablando de todas las cosas  que hacen a la cama, en realidad se lo inventan todo. Y si no todo, la mitad! Y, en lo que a mí se refiere, puedes estar tranquilo, Pepe, que si nunca salió nada por mi boca, mucho menos  comentaré  nada a nadie ahora. Ya sabes, tranquilo, amigo, antes muerto que decir una sola palabra.

Así que ya sabes, no son los pechos, ni lo del final de la espalda, ni los ojos, ni sus labios, -joder que labios- el que me fascina más de tu mujer…. Y mira que tiene unos labios tiernos, gruesos... que, sólo de pensar en ellos…Lo que yo haría, Pepe!
Mira, porque no es el lugar más propio de decir nada ni de la boca ni de los labios. Además tú ya sabes que yo…. No, Pepe, no, lo  que siempre me ha gustado más de Rosario ha sido el amor sin limitaciones ni condiciones que  ha sentido por ti. Cómo te ha querido, esta mujer, chico! No sé qué demonios le dabas, pero lo has tenido totalmente enamorada hasta que toda  la chatarra que llevabas en tu cuerpo ha dicho basta. Y esto, Pepe, te juro por mis muertos   que no tiene precio, no se paga con nada.

Escucha, no vayas a creer ahora que te cuento todo esto porque me sienta celoso de ti, de esto nada, no vayas tú a pensar que yo…Ni tampoco tengo la intención de ocupar tu lugar, que te quede muy clarito. Es que…ves, aunque otro hombre o yo mismo quisiera ligar con ella, puedes estar bien seguro que Rosario nunca más volverá a querer, o a enamorarse –como quieras- de ninguno otro hombre. Para ella solo ha habido un solo Pepe, estoy bien seguro que es lo que digo, incluso pondría las manos en el fuego sin dudarlo ni por un momento.

Ay, Pepe!  Te lo digo como lo siento, si alguna vez me hubiera enamorado, solo lo hubiera hecho de una mujer como Rosario. Si, si, de ella seguro, pero ya sabes que el enamoramiento y yo no estamos hechos el uno por el otro. Qué gran mujer, la Rosario! En todos los sentidos, vale? Bonita, amable, sencilla, simpática, chistosa, seductora... Seductora y  fogosa, sobre todo muy fogosa.
Oye, que ahora no me gustaría que pensaras que destaco más su fogosidad por encima de las otras virtudes, que quede claro, vale? A pesar de que, en cuanto a mí, es  de lo mejor que he probado. Eh!, que yo he probado y conocido más, pero  te puedo bien afirmar que nunca me he encontrado con una mujer como ella, y tú sabes muy bien que mi fama de mujeriego no es poca cosa, modestia aparte.

De hecho, y pensándolo bien, en Rosario encaja todo como un puzle: su fogosidad, -ya lo he dicho- siempre ha sido proporcional a su amor. Y claro, tú sí, tu le podías dar todo el amor que ella te daba más que nada para intentar repartir lo mucho que ella daba,  porque se tiene que reconocer que siempre has llevado a Rosario como una reina, pero vamos, satisfacer todo su deseo sexual…esto  ya es harina de otro costal, no?

A pesar de todo, fuiste bastante inteligente, cosa rara,  para darte cuenta y admitir por tus adentros que tú solo no podrías darle a Rosario todo lo que ella que deseaba. Y, si, si! Admiro tu actitud, ya ves que soy sincero, porque ni el uno por ciento, o menos,  de los hombres que hay en la Tierra, habrían hecho como lo que tú hiciste. Yo diría que esta es la más inmensa prueba de amor que Rosario te inspiraba. Ves, Pepe, en este sentido, ella tampoco tendría ningún motivo de queja, no?.

Bien, y yo  que puedo decir…nada, creo. Bueno, sí, que aunque haya sido  durante todos estos años, un hombre afortunado, y te lo  agradezco mucho, no vayas a pensar que soy  como aquellos desagradecidos que…
Sin embargo, Pepe,  si llego a saber antes que estabas tan jodido,  (que perecías un “Mecano”) seguramente  sin decir nada  me habría retirando poco a poco de nuestros tríos sexuales, más que nada para ir recuperándome, porque ahora resulta que tu mujer me ha pedido hace un par de horas  que si no tengo otro compromiso que vaya con ella este fin de semana para que no se sienta tan sola, y  entre tú y yo te diré que no las tengo todas conmigo. Cómo me pida  más de lo que puedo dar, no me extrañaría que terminase como tú cualquier día de estos.

Hostia, Pepe! Como cojones me lo has podido hacer tan gorda...Eres un  cabrón!

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