A estas alturas de la vida



Lloro, como todo el mundo, pero sobre todo por las decepciones, y mucho más por las que causo yo,  que por aquellas que me hacen decepcionar. Las primeras duran mucho más en el tiempo, a veces se hacen eternas, a veces no sé cómo solucionarlas, y me duele en el alma, porque solo se pedir perdón, solo esto. Las otras solo es un recuerdo, y aunque es verdad que aparece de vez en cuando procuro coger enseguida  el   chaleco y sin entretenerme me voy, que fuera de estos pensamientos  hay vida y me llama. Aprendo lo que tengo que aprender, me seco  las lágrimas  y a correr.
 A  estas alturas de la vida, aprecio mucho más a las amigas y a los amigos.  Son pocos a los que quiero,  dos o tres, alguno lo he perdido por el camino pero recuerdo su nombre.  Siempre me pregunto si hay mucha distancia entre el aprecio de verdad, aquel que sabes que no le fallarás nunca ni el otro igual,  y el querer a alguien también de verdad.  El recuerdo dulce de mis padres. Estos árboles al otro lado del rio, u otros,  y un pedazo de cielo al que se asomen la luz del sol  y la luz de la luna. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas.
No quiero estar jamás de vuelta de nada. Seguiré  llorando cada vez que algo lo merezca, pero quejarme de ninguna tontería, no. 
Montse i Josep

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