Acompañantes
A veces es una espera tan
tensa que duele el alma. Una espera que a veces piensas que es mortal, igual
que el pensamiento del paciente, y los dos callan y saben cada uno lo que
piensa el otro.
Esto es una especie de
dedicatoria a los mal llamados acompañantes, que de verdad para mí no lo son,
aunque te acompañen.
A los que esta noche dormirán (si pueden) en una incómoda silla de plástico de cualquier hospital. A los que dejan de pronto su trabajo y sus cosas, y muchas veces a su familia por la de otro. Y en general, a los que plantan cara a la muerte ajena.
A los que dedican su tiempo a salvar a los demás. A los que corren en dirección contraria a la salida. Y a los que no se resignan ni se resignarán jamás a que las cosas salgan como a veces salen. A los que no se rinden jamás. Estas cuatro torpes líneas van por vosotros. Estas líneas torpes o no son para ti.
A los que lloráis únicamente ante el espejo de vuestra casa y a solas, o bien salís un momento, sin decir nada, al lavabo del pasillo del hospital para llorar allí. A vosotros que no lloráis, porque intentáis seguir sonriendo cuando os preguntan: “¿qué tal?”.
A los padres, la novia, la
pareja, que se cambiarían sin pensarlo
dos veces por el enfermo.
Y a los que se agarran como
a un clavo ardiente a una esperanza que ya ningún médico les da.
A los que se sienten muchas veces impotentes de hacerlo y sin embargo tienen que tomar las decisiones más difíciles. A los que les nombran portavoces entre los médicos y el resto de familiares. A los que se levantan a media noche sólo para mirar fotos donde aparezca ella o el. Y a los que sueñan que nada puede ser verdad, que nada de todo esto ha pasado, que todo volvía a ser normal….
A los que estudian los ojos de las enfermeras tratando de descubrir cualquier gesto que les delate. Si no llevaran mascarilla, piensan, y les pudiera ver la cara, para analizar cada sonrisa forzada, para sacarles esa información que un momento u otro será clave, creyendo que son como puzles que hay que saber descifrar y construir.
A los que de pronto se ven obligados a hacer cursos acelerados de medicina, más o menos como nosotros, pero sobretodo saben -porque se lo han dicho- que no pueden fiarse de Internet.
A los que cuentan los minutos entre toma y toma.
A los que miran continuamente
si cae la gota…
A los que no entienden que
un doctor se pase por la habitación a las doce de la mañana y no hace ya quince
minutos antes.
A los que no duermen
seguido toda la noche desde haces semanas.
A los que salen al pasillo
a darse una vuelta, y otra vez la misma, y otra vez y otra…. Y cuentan mil
veces las baldosas.
A los que conocen de
memoria el menú de bocadillos, de pastas dulces del bar, y cuantos escalones hay
desde el pasillo de la primera planta hasta el bar.
A los que conocen de
memoria los precios del menú del bar, y ya ni saben cuántas veces han
preguntado cuando cuesta medio menú, porque no llegan a más, y si se puede
hacer…
A los que salen a la calle a fumar (si se puede)
A los que salen a la calle para volver a empezar a
fumar.
A los que casi nadie de
ninguna familia apoya porque dicen que tienen trabajo.
A los que se acaban
quedando solos y entonces, y solo entonces, se dan cuenta de lo realmente solos
que están.
A los que todo el mundo
suele poner excusas para no estar a su lado.
A los que luego y encima hay gente que critica.
Borraré que lo he escrito si alguien de vosotros me lo pide, pero hasta ahora manda narices (iba a decir una palabrota en lugar de “narices”) que encima muchos de ellos tengan que terminar que justificar o rectificar todas las cosas justas, y por casi todo.
A vosotros, que la mayoría
de veces sois los únicos que guardáis el silencio en las
salas de espera.
A vosotros los que calláis,
y solo abrís la boca para llamar mal educado al paciente, si, si, al paciente que está en un VOX de urgencias esperando que
le atiendan, y llama a gritos a la enfermera. Así: “Oye tú, ven, ahora!!!
Un gracias con la mano en el corazón no es bastante.
Creo de verdad que sois de las pocas cosas que nos queda de humanidad.
Quiero hasta el infinito a
las enfermeras y personas de la limpieza (otro día hablará de ellas, y empezaré
por la señora Montserrat, una señora que limpiaba el lugar donde me hicieron el
trasplante de médula) El mismo día que se jubilaba todos los sanitarios de la
planta, y los tres turnos le hicieron un
regalo. Yo solo le pedí que se sacara la mascarilla para verla la cara, y darle
un beso…no me dejaron darle el beso, pero ella si me lo daba todos los dias
antes de empezar su trabajo. "Bon dia,
Josep, veus has guanyat un altre dia" (“Buenos dias, Josep, Ves, has
ganado otro dia”)
Pero le vi la cara, y el día que falleció le llevé flores silvestres, no de floristería, y el deseo qué la tierra te sea leve, una forma poética de desear su reposo.
(Sit tibi tierra levis), son palabras latinas que aparecen al final de muchas lápidas funerarias romanas y que citan algunos autores latinos, en sus textos.
Ella también fue mi
“acompañante” durante aquel tiempo.
Sois, muy mal dicho “acompañantes” la gran esperanza sin bata de enfermera.
Algo así como nuestra
brújula hacia lo más parecido a la solidaridad.
Estáis siempre en este
camino de ida y vuelta entre la vida y lo que haya más allá, este más allá que
por no ser creyente por convicción, en
esta rueda, como un carrusel irreal en la que a veces nos toca dar vueltas y
vueltas, vosotros sois la única señal que ilumina como si fuera un faro. La
razón por la que vale la pena luchar.
Ya sé que es muy largo lo que escribo, perdonadme si os canso.
Así queridos míos, os
diga lo que os diga vuestra conciencia, os digan lo que os digan los que os
dejan solos, los demás.
Sois absolutamente necesarios. Sois absolutamente vitales. Seguid al pie de la
cama, y dejad que cuando una enfermera os invite a dormir en la cama de al lado
de vuestro paciente aceptadla y descansad un poco, ella también lo
hace de corazón. Ya os despertará.
Seguid dándonos siempre esta lección. Y sirva este pequeño, aunque largo texto para apoyaros. Sirva este pequeño y humilde homenaje para acompañar al que acompaña, hoy y todos los días que vengan y sean necesarios.
Porque yo también necesito
que sepáis que sin vosotros, nada de todo esto tendría sentido.
Gracias a vosotros, todos
recordamos lo que es amor de verdad.
Gracias a todos.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada