Esquizofrénica






Tenía ganas de escribirle una carta. También sentía la necesidad de comunicarse con ella por teléfono. Incluso se hubiera conformado con una conexión rápida por xat para decirle cuatro  frases cargadas de optimismo. Pero la verdad  era que tenía ganas de verla de cerca y hablarle personalmente mirando sus ojos infinitos radiantes de luz.
En realidad, si llegaba a tenerla delante no pensaba ni siquiera en hablar. Le daría dos besos en las mejillas sonrosadas poniendo una mano con suavidad en su nuca y la otra en la espalda  en un gesto de ternura.
Lo más probable es que sus cuerpos se unieran en un cálido y largo abrazo de consuelo.
Seguramente se quedarían sin habla leyendo en sus rostros aquello que no necesita palabras para existir.
Pero con tan solo imaginar la escena empezó a sentir  temor al rechazo,  pavor a lo desconocido, pánico escénico, espanto al ridículo, alarma al repudio, susto raro, sobresalto ignoto, recelo al qué dirán, aprensión ignota, desconfianza cautelosa, canguelo suspicaz, turbación exacerbada, sorpresa pasmosa, asombro consternado, desasosiego frenético y  cobardía asombrosa.
Por eso, en un arrebato retraimiento inesperado,  ignoró sus deseos, siguió trabajando como si el tiempo no existiera y se quedó atrapado dentro de su coraza esquizofrénica  llena de  miedo y  de violencia contenida.




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